Si nos desconectamos de esta parte, la oscuridad toma el control y nos saca, a su manera, de la experiencia en la que hemos caído, pero, desde nuestra parte luminosa, podemos conectar con la confianza y el proceso va a ser distinto.
Conservar nuestra paz interior nos permite tener acceso a nuestra luz en los momentos difíciles. Si perdemos esta conexión, las soluciones, las ideas, nos empujarán a vivir lo que sea desde un lugar en el que luchamos mucho antes de buscar la salida.
Ninguno elegimos, al menos de forma consciente, los desastres de nuestra vida. Pero a todos nos llegan retos ante los que podemos resistirnos o ponernos frente a la situación como alguien que consigue tomar las decisiones desde su parte más sabia.
Para mí, esto es lo más importante de conservar la paz interior, cuando llegan retos que no elegimos.
La experiencia llega a tu vida y tienes dos opciones:
Resistirte y vivirla desconectado de tu potencial.
Observarla y vivirla desde tu parte más sabia.
La batalla no te la quita nadie pero experimentarla desde un lugar u otro afecta, y mucho, al resultado y a cómo estás tú de entero tras la batalla.
Puede que ganes o pierdas, pero en cualquier caso el tú que estará observando el resultado será muy distinto.
Afortunadamente la vida suele traernos experiencias de las que no elegimos de forma espaciada y nos da tiempo en el que poder experimentar desde el deseo y el sueño.
Yo creo que vivir las luchas de la vida conectados a nuestra parte sabia, nos deja más espacio para disfrutar de estas etapas más bonitas de la vida, porque nos recuperamos antes de las heridas.
Cuando nos desconectamos de este centro, de nuestra luz, actuamos y pensamos desde una parte nuestra que en su afán por ayudarnos nos llena la mente de ideas tóxicas que nos impiden recuperar la luz.
Lo que más me ha ayudado en cada tormenta de mi vida, ha sido la confianza en la vida y la Fe en que algo superior me sostiene cuando yo siento que no puedo.
Carina Barberá